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Recientemente se publicó la quinta edición del Indice de Atractividad Global que realiza año a año el think tank italiano The European House – Ambrosetti, que ordena a 144 países de acuerdo a distintos factores cruciales para la atracción de talento e inversiones. Este año no tuvo buenas noticias para nuestro país: sólo 15 (10,4% del total) sufrieron en 2020 variaciones de más de 10 puestos en el ranking y entre este grupo se encuentra Argentina, acompañado de Panamá, Trinidad y Tobago, Argelia, Tayikistán, entre otros, estando todos estos países clasificados ahora en el puesto 65 y menos. Es interesante destacar que hay un alto grado de correlatividad entre el índice y el nivel de Inversión Extranjera Directa (IED) entrante a un país.
Esta noticia se da en una coyuntura muy particular: en las últimas semanas comenzaron a reactivarse los movimientos de capital y en ese escenario surgen dos anuncios muy interesantes. Por un lado, Estados Unidos ha informado estrategias de “nearshoring”, adecuando sus cadenas de abastecimiento y producción, previendo inyectar en la región cerca de US$ 50.000 millones. Por otro lado, países como China están buscando definir sus socios comerciales, lo que genera un momento crucial para establecer alianzas estratégicas y comerciales. Esto ofrece una gran oportunidad y un gran desafío: la posibilidad de posicionarse como receptor y socio estratégico de dichas inversiones, siendo un país catalogado como “poco atractivo”.
Nuestros principales competidores a nivel regional han utilizado las zonas francas (territorios delimitados, con tratamiento impositivo especial) como herramienta por excelencia para la captación de capitales, ventana ideal para favorecer el clima de inversiones. Estas han servido como estrategia de atracción y como propulsores de la economía de los países desde 1923 (hoy son más de 600), generando más de 1.000.000 de puestos de trabajo y alojando a cerca de 10.000 empresas de bienes y servicios. Sólo en Uruguay las actividades de las zonas francas representan 4,8% de su PIB.
Frente a este escenario, ¿qué ven los inversores cuando miran nuestro país? Argentina no sólo enfrenta los desafíos propios de una macroeconomía con alta inflación y poca previsibilidad sino que se ubica segundo en el ranking de países con mayor carga impositiva del mundo, de acuerdo a Data Driven Argentina. Específicamente en términos de comercio exterior, es el único país del mundo que cobra derechos de exportación a los servicios. Sumado a que el actual marco normativo para las 10 zonas francas de nuestro país se encuentra desactualizado, y con deficiencias, como la prohibición de acceso al mercado interno de los productos elaborados allí, generando trabas innecesarias.
El hecho de que el Ministerio de Desarrollo Productivo haya puesto en agenda la modificación de la Ley 24.331 de zonas francas y haya ingresado al Congreso la semana pasada permitiría modificar y actualizar el régimen de beneficios. Aún así, queda margen para tratar el reconocimiento del derecho de la CABA a crear su propia zona franca, un hub regional de servicios – principal actividad económica de la Ciudad – que sumado a los ya existentes beneficios de la Ley de Economía del Conocimiento, completa un atractivo esquema. Esto permitiría impulsar las inversiones hacia nuestro país, ofreciendo la oportunidad de posicionarse y competir con países como Uruguay, Colombia y Paraguay, quienes ya poseen fuertes políticas en este sentido.
Es menester reformular la estrategia de captación de inversiones para acceder a capitales extranjeros, que permitirán atraer el flujo de dólares que necesita Argentina, la generación de empleos de calidad y aumentar el nivel de exportaciones.
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