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Las zonas económicas especiales son infraestructuras, en áreas específicas dentro de un país, que tienen condiciones fiscales e incentivos regulatorios. Cuentan con legislación comercial, industrial y empresarial particular para responder a sus objetivos de promover la industrialización, las actividades emprendedoras, la producción de bienes o servicios con orientación exportadora, la modernización tecnológica, así como atraer y facilitar inversión extranjera.
En la denominación de zona económica especial se pueden clasificar las zonas de libre comercio, las zonas francas, las zonas de procesamiento de exportaciones y los parques industriales. Según estimaciones del reporte mundial de inversiones de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD) del año 2019 existen cerca de 5.400 zonas económicas especiales distribuidas 147 países.
De acuerdo con este reporte oficial de la UNCTAD, muchas de las zonas económicas especiales han jugado un papel importante en la transformación estructural, la promoción de la participación en las cadenas de valor global y han sido catalizadoras de modernización tecnológica e industrial.
El primero de agosto de 2019 tuvo lugar en la Universidad EAFIT el seminario sobre políticas para responsables de políticas de países de América Latina y el Caribe sobre Zonas Económicas Especiales (ZEE) y su interacción con el desarrollo de la cadena de valor global y regional en el marco del cuadragésimo segundo curso regional sobre cuestiones fundamentales de la agenda económica internacional, más conocido como el curso emblemático “p166” de la UNCTAD.
Este seminario contó con la participación de representantes de los gobiernos de 12 países de América Latina y el Caribe, y con la presencia de los expertos como Omar Chedda, director de Inversiones del Ministerio de Crecimiento Económico y Creación de Empleos de Jamaica; Daniel Liranzo, sub-director ejecutivo del Consejo Nacional de Zonas Francas de Exportaciones de República Dominicana; y Gustavo González de Vega, presidente de la Asociación de la Zona Franca Iberoamericana y miembro de la Junta Directiva de la Asociación Mundial de Zonas Francas. El evento fue organizado por Kalman Kalotay, economista de la UNCTAD.
¿Por qué unos países han tenido más éxito que otros en cuanto al desarrollo de las zonas económicas especiales? Esta fue una de las preguntas sobre las que se refirió Gustavo González de Vega, quien dijo que esto se debe al “compromiso serio de un gobierno nacional de elevar a la zona franca como una política de Estado que quede incluso ser integrada en las agencias de promoción de inversiones, que sea un elemento clave de la atracción de inversión al país”.
Explicó González de Vega que se pueden identificar cuatro aspectos claves para el éxito de una zona económica especial: (i) garantía de la seguridad y la estabilidad jurídica; (ii) la actualización normativa acorde con la realidad económica cambiante; (iii) la colaboración público-privada, ya que es necesario un compromiso del gobierno en cuanto a la regulación y normativa, pero también un compromiso igualmente fuerte del sector privado; y (iv) la capacidad de las zonas económicas especiales para generar ecosistemas atractivos para empresas extranjeras, y del mismo modo conseguir que esas empresas que se instalen en zonas francas tengan una cadena de valor regional, y se integren en el tejido empresarial local para que de esta manera redunde en el desarrollo económico, laboral y social del área de influencia y del territorio del país.
Según Daniel Liranzo, sub-director ejecutivo del Consejo Nacional de Zonas Francas de Exportaciones de República Dominicana, “las zonas francas constituyen una herramienta fundamental para el desarrollo económico de los países, pues a través de estas se promueve la atracción de inversiones, se crean nuevas infraestructuras, se generan empleos, y se diversifican los mercados de exportación de los productos manufacturados dentro de estas. El caso de República Dominicana ha sido exitoso debido al marco jurídico que norma el régimen de zona franca, y la seguridad jurídica que se le ha brindado a las empresas que han creído en República Dominicana como destino de inversión”. De hecho, el régimen de zonas francas de este país está cumpliendo 50 años. Adicionalmente, le favorece la conectividad y la cercanía que tiene con Estados Unidos y los esquemas preferenciales de libre comercio y arancelarios con Europa y Centroamérica.
Para Kalman Kalotay, economista de la UNCTAD, “el futuro de las zonas francas está en implementar un modelo basado en los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas y conseguir transformarlas de ser zonas aisladas a lograr ser zonas bien integradas a las economías locales, buscando integrarlas a la economía y las empresas locales, y con esto aumentar los beneficios para toda la población del país”.
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