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Las Zonas Económicas Especiales (ZEE) han experimentado un fuerte auge en Latinoamérica y en el mundo y se han convertido en motor para impulsar el desarrollo, el crecimiento y el comercio. Según el último informe anual ‘WIR 2019’ de la Conferencia de la ONU para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés), que aconseja su implantación, hay 500 de estas zonas en la región, que alojan a más de 10.000 empresas y emplean a cerca de un millón de personas.
La mayor competencia por la inversión global ha hecho que en los últimos cinco años se hayan generado más de mil de esas zonas en el mundo. Curiosamente, mientras los entes internacionales abogan por ellas, en México el presidente Andrés Manuel López Obrador ha decidido su desaparición en el sureste del país. Según la UNCTAD, las ZEE se han convertido en espacio elemental para la inversión en los últimos cinco años, logrando que las empresas amplíen sus capitales a nivel mundial e impulsen el desarrollo en las regiones en que se instalan.
La nueva ola de políticas industriales y el aumento de la competencia por las inversiones internacionales han provocado este auge de las ZEE, un esquema que ofrece incentivos fiscales, normas y regulaciones más flexibles y ventajas operativas para atraer IED, y que son habituales en la mayoría de las economías en desarrollo y muchas economías desarrolladas.
Según el organismo, en Costa Rica, Nicaragua y República Dominicana, las ZEE representan más de la mitad de las exportaciones y en México y Colombia son responsables del 31% y el 13% de la exportación. En los últimos cinco años, Argentina, Brasil, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Paraguay, Perú y Uruguay han revisado sus estrategias en ZEE para alinearlas a los parques industriales y zonas de desarrollo, con miras a crear empleo y fomentar la modernización tecnológica. Esto podría traducirse en la creación de 20 a 30 zonas económicas especiales en los próximos cinco años en el área.
Curiosamente, la nueva política mexicana sobre ZEE contrasta con el aumento del número de países en el área que apuesta por ellas para impulsar el desarrollo. Remando en dirección contraria, el presidente López Obrador ha decidido cancelar el proyecto de siete ZEE impulsado por su antecesor Peña Nieto en 2016 como uno de sus planes estrella, debido a las prioridades de su Administración y pese a que había promesas de inversión por al menos 2.700 millones a corto plazo. El actual presidente mexicano juzga que no cumplieron con la función para la que fueron creadas. En lugar de continuar con las ZEE se impulsarán proyectos de desarrollo regional como el Tren Maya, la refinería Dos Bocas y el Corredor Transístmico.
En el mundo, según la UNCTAD, 145 países tienen algún tipo de ZEE; su número ha aumentado de 4.000 a 5.400 en cinco años y existen otras 500 en proyecto y dan empleo a 68 millones de personas. El informe señala que hay numerosos ejemplos de zonas económicas especiales que han sido clave para transformar las economías, facilitar una mayor participación en las cadenas de valor mundiales y acelerar la modernización industrial, aunque también se han dado casos en los que no han tenido éxito y han constituido un costoso fracaso.
La ZEE se define como un área geográficamente fijada, sujeta a distinta regulación y administración respecto al país y cuya meta es atraer Inversión Extranjera Directa (IED) en una actividad económica. Ofrece básicamente incentivos (reducción de aranceles, impuestos, y tasas, repatriación de beneficios, subsidios, opciones atractivas de inversión y financiación), pero también regulación y operatividad específicas. La necesaria adaptación a las nuevas reglas del juego global hace que las ZEE hayan dejado de concentrarse en manufactura, diversificando su actividad a nuevos sectores como alta tecnología, servicios financieros, turismo, desempeño ambiental, comercialización de la ciencia o regeneración urbana.
Además, la cooperación internacional en el establecimiento de ZEE es cada vez más habitual y muchas se implantan con asociaciones bilaterales. Y en zonas transfronterizas se están volviendo componente habitual de cooperación económica regional. El informe señala que la Agenda 2030 para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es una oportunidad para el desarrollo de zonas modelos vinculadas a esas metas.
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